Compartimos una reseña del libro de Lorena Córdoba “La reina del Orthon. Crónicas femeninas del auge gomero” por Isabelle Combès, publicada en el último número del Journal de la Société des Américanistes.

Algunos fragmentos detacados de la reseña 

Entre finales del siglo xix y principios del xx, la explotación del caucho trastorna para siempre la historia amazónica. La fiebre por el “oro negro” se apodera de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, abre la selva al mundo, funda ciudades, delimita fronteras y atrae a miles de inmigrantes de todos los rincones del mundo, dispuestos a desafiar las fiebres, a los “indios bravos”, el calor sofocante y los insectos para enriquecerse. Colosales fortunas nacen de la noche a la mañana, el champagne corre a chorros, surgen teatros y óperas en medio de la nada, se encienden puros con billetes de banco. Debajo de los “barones” del caucho bulle un enjambre anónimo de peones, baqueanos, empleados, navegantes; debajo de los lujos y de las fiestas, una cadena de deudas heredables, una cacería humana en busca de sirvientes y la rutina de los malos tratos esclavizan o diezman a la población nativa; debajo de la epopeya gomera que consagra a los pioneros y ensalza las proezas de los hombres, queda en la sombra una masa de mujeres –indígenas, criollas, mestizas y europeas–, apenas mencionadas, olvidadas de los cronistas, casi transparentes.

Flamante esposa de Fred Hessel, con apenas 22 años, la joven Lizzie se embarca con su marido en 1896 desde Londres con destino a la barraca gomera del Orthon, en la Amazonía boliviana. Fred había sido contratado por The Orthon Rubber Company, la firma del empresario boliviano Antonio Vaca Diez. En la barraca, la que se designa a sí misma como “la reina del Orthon” escribe cartas a su familia, describiendo su vida cotidiana y la de la gente que la rodea. Estas cartas no están destinadas a publicarse, y su tono espontáneo les otorga un toque único de vida, un anclaje en una realidad cotidiana que difícilmente pueda ser igualado. Constituyen además (o sobre todo) prácticamente el único testimonio escrito por una mujer acerca del auge gomero en la Amazonía boliviana.

La reseña completa aquí 

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